Ir a Noruega: todo lo que no te dicen antes de tu práctica Erasmus
Bueno, ahora que estamos entre nosotros, déjame explicarte un par de cosas. Porque sí, te vas a Noruega, y en el papel parece sencillo: Europa, seguridad, un poco de frío claro, pero nada insuperable. Pero, amigo, vivir allí es otro mundo. Y es mejor saberlo antes que experimentarlo bruscamente al llegar a Oslo.
Así que relájate, toma un café (o un chocolate caliente, que ya estamos en ambiente) y lee bien lo que sigue. Te evitará algunas sorpresas y, sobre todo, algunos momentos de soledad.
Primero, hablemos de disciplina.
Los noruegos no son estrictos, para nada. Simplemente respetan las reglas de manera natural. No porque tengan miedo a una multa o a la policía, sino porque consideran que es lógico, que eso hace funcionar la sociedad y ayuda a todos a vivir juntos.
Una cosa sencilla: los pasos de peatones. En Francia, haces un cálculo mental: ¿tengo tiempo de cruzar antes de que llegue el coche? Echás un vistazo rápido y aceleras un poco. En Noruega, pones el pie y el coche se detiene inmediatamente. Siempre. Incluso a las 3 de la madrugada bajo la nieve. Nadie toca la bocina. Nadie suspira. Es normal.
En el trabajo es igual.
En Francia respetamos los títulos, los rangos, al jefe al que no siempre tuteamos. Allí todos están en igualdad de condiciones. Llamas al jefe por su nombre de pila. Puedes darle tu opinión, aunque sea muy diferente a la suya. Y te escuchará. Las decisiones a menudo se toman en equipo. Todos tienen voz. Y sobre todo, nadie se jacta de quedarse hasta tarde en la oficina. Terminar a las 16:30 o 17:00 es perfectamente normal. Se trabaja durante el horario laboral y después se vuelve a casa para disfrutar de la familia o ir a esquiar. Nadie te juzgará por eso. De hecho, al contrario: si te quedas hasta tarde todo el tiempo, la gente se preguntará si simplemente estás mal organizado.
Los niños también crecen de manera diferente.
Desde pequeños les enseñan a ser autónomos. La escuela es para aprender cosas, no para educar en el comportamiento. Eso es trabajo de los padres. A veces verás niños jugar afuera sin vallas ni vigilancia estricta. Si pasa algo, no se culpa automáticamente al profesor o a la escuela. La responsabilidad se comparte entre padres y adultos presentes. Eso forma una mentalidad muy responsable desde la infancia.
La comida… ahí tendrás que adaptarte.
Olvida nuestros tres comidas bien establecidas: desayuno, almuerzo y cena. Eso es para nosotros. Allí comen… cuatro veces al día.
Primero, el desayuno hacia las 6 o 7 de la mañana: pan negro, queso marrón (el famoso brunost — te va a encantar o a odiar), salmón ahumado, huevos y litros de café filtrado. Luego, hacia las 11, un almuerzo rápido, a menudo frío: tostadas, embutidos, queso, verduras crudas. Después a las 16, una comida caliente de verdad (sí, a las 4 de la tarde, leíste bien), con carne, pescado, patatas, verduras, sopas bien contundentes. Finalmente, hacia las 21, un pequeño tentempié antes de dormir.
¿Por qué este horario extraño? Porque con los inviernos que tienen, donde el termómetro baja felizmente por debajo de -20°C, el cuerpo necesita combustible regular para aguantar.
Personalmente, me costó semanas acostumbrarme a comer caliente a media tarde. Pero cuando pasas el día afuera bajo el viento helado, entiendes rápido por qué es así.
Ahora, agárrate: vamos a hablar de las noches.
En Francia, el aperitivo, la copita de vino después del trabajo, la botella que queda sobre la mesa durante la cena… es nuestro día a día. En Noruega, entre semana, es casi misión imposible. El alcohol es carísimo debido a los altos impuestos. Resultado: los noruegos beben muy poco entre semana.
Pero el fin de semana… esa es otra historia. Viernes y sábado, todos salen y beben, a veces demasiado. En las calles de Oslo o Bergen, ves gente de todas las edades, bastante borracha, buscando su taxi o tambaleándose por la calle.
Para esquivar los precios de los bares, inventaron el “vorspiel” (la previa). Se juntan en casa de alguien, beben barato en casa y luego van a los bares a terminar la noche. Está muy arraigado en su cultura. Si te invitan a un vorspiel, no lo dudes ni un segundo: descubrirás el verdadero ambiente noruego.
La naturaleza no es solo un decorado para ellos, es vital.
La palabra clave aquí es friluftsliv — la vida al aire libre. No importa el clima, si nieva, llueve o hace -15 grados, los noruegos salen. Esquí, senderismo, kayak, pesca en hielo… todo sirve para respirar aire puro. Incluso los bebés duermen la siesta afuera en sus cochecitos, bien abrigados.
Verás rápidamente que los noruegos están mejor preparados que nadie para enfrentar el clima. Su mantra: “no existe mal tiempo, solo mala ropa.” Y pronto invertirás en un buen abrigo de plumas y zapatos impermeables. No es un consejo, es cuestión de supervivencia.
Sus hábitos de consumo también son muy diferentes a los nuestros.
En Francia nos gusta comprar, aprovechar las rebajas, cambiar de ropa o equipo con frecuencia. En Noruega se compra poco pero bien. Es mejor comprar un abrigo de calidad que dure diez años que cambiarlo cada invierno. Mostrar riqueza está muy mal visto. Los regalos son sencillos, modestos. Incluso entre amigos, todo es muy sobrio.
Dato curioso que te va a sorprender: sus ingresos son públicos. Sí, sí. Puedes consultar cuánto gana tu vecino. La transparencia fiscal es total, y todos pagan sus impuestos sin quejarse porque todos disfrutan de servicios públicos de calidad.
Y el silencio… hablemos de eso.
En Francia, un silencio en una conversación incomoda. Queremos rellenar, llenar los espacios. En Noruega, para nada. El silencio es perfectamente normal. Es incluso una forma de respeto. No hay necesidad de hablar por hablar. Puedes pasar mucho tiempo con alguien sin intercambiar muchas palabras, y está muy bien así.
Pero sobre todo, la confianza está en todas partes.
En Noruega, la gente confía de forma natural. Verás cochecitos con bebés delante de los cafés mientras los padres están dentro. Puedes dejar tu bolso en una esquina sin preocuparte. Incluso las bicicletas suelen estar sin candado. Por supuesto, no es un paraíso absoluto, pero el nivel de confianza es impresionante, especialmente si vienes de Francia.
En cuanto al deporte, prepárate otra vez.
En Noruega, hacer deporte es un estilo de vida. Desde pequeños, los niños aprenden a esquiar, a caminar, a hacer senderismo. Los adultos siguen toda la vida. El domingo por la tarde, mientras en Francia nos quedamos horas en la mesa, ellos están en el bosque, en las pistas o en bici.
Incluso la ecología no es solo palabras.
Los noruegos son realmente ecológicos en su día a día: separación de residuos, consumo reducido, transporte público, energías renovables (casi el 100% de la electricidad es hidroeléctrica). La ecología está integrada en su cultura desde hace tiempo, no porque esté de moda, sino porque es lógico.
¿Y el clima en todo esto?
El clima influye mucho en la vida social. En invierno, el sol desaparece muy temprano, a veces a las 2 o 3 de la tarde. Por eso desarrollaron el “kos”: un ambiente acogedor en casa, con velas, mantas y chocolate caliente. Y cuando llega el verano, y el sol casi no se pone, la fiesta no para: barbacoas, noches en terrazas, caminatas hasta medianoche… disfrutan al máximo.
En resumen, ir a Noruega no es solo visitar un país. Es descubrir otro mundo.
Sí, a veces te sorprenderá. A veces te frustrará. Pero sobre todo te transformará. Aprenderás a vivir de otra manera, a ver las cosas desde otro ángulo. Y créeme: no volverás igual.
Así que si estás listo para intentarlo, nosotros en International Horizons estamos aquí para ayudarte a preparar tu prácticas, tu Erasmus o tu estancia allí. Y en serio: no olvides tu abrigo de plumas. En serio. Pronto entenderás por qué.
Un último consejo antes de partir.
Al final, Noruega no es solo un simple viaje, es una verdadera lección de vida. Aprenderás a reducir la velocidad, a respetar a los demás de otra forma, a apreciar la calma, la naturaleza y hasta… el silencio. Saldrás de tu zona de confort, y ahí es donde ocurre la magia. Así que no tengas miedo de estas diferencias. Abrázalas. Eso es lo que significa ir al extranjero: descubrir que el mundo es vasto y que existen mil maneras de ser feliz.

